jueves, 15 de marzo de 2012

Conversando con mis mayores.

Ayer tuve una noche mucho muy gratificante. Me la pasé platicando, junto al piano (de por medio la presentación en vivo de una canción, a cargo de aquí, su Vago Cantor), con Doña Magdalena Rodríguez, amiga de Gabriel García Márquez, casi hermana de Mercedes (esposa del Gabo), amiga de Sabina, Silvio, Rigoberta Menchú, Fernanda Familiar, Don Guillermo Ochoa y un larguísimo etcétera de personalidades.

Esto no es de gratis, hay que decirlo. Todo nace hace muchos años en Tampico Hermoso, donde decide tomar al toro por los cuernos y comenzar una historia que, además de la vanagloria del ser "amiga de", le brinda la oportunidad de forjar la historia propia y de la cual me siento honrado de ser parte pues, además de mamá de mi comadre, es ella misma mi amiga amén de ser mi madre sustituta (una de ellas) cuando fue necesario.

La velada fue gratificante, digo, no sólo por haber echado el chal a gusto, sino por escucharla. Platicamos y platicamos largamente... y me vino a la mente mi padre, y con él, mi abuelo, mi madre y tantas otras personas mayores con las que he platicado y con las que añoro platicar de nuevo. Con algunos se podrá, con otros ya no.

Por supuesto, no pude dejar de notar lo sabrosas que son las pláticas con la gente que nos aventaja en experiencia. Se aprende harto, si uno tiene la autodisciplina de callarse; de eliminar el chip que nos impulsa a sólo esperar que los demás terminen su perorata para tener nuestro turno de ejercer la nuestra. Se aprende harto, les decía, si uno escucha.

Y eso sucedió ayer, como sucede cada que platico con mi padre (normalmente con música de fondo y trago en mano) y como sucedía cuando mi abuelo me contaba de cómo llegó a Tampico después de haber robado manzanas en Los Angeles para sobrevivir.

Definitivamente, el día de ayer me recordó que hay mucho que aprender de la gente, de toda la gente... pero más todavía de quienes nos bendicen compartiendo su sabiduría de años para que uno no repita sus errores (aunque en el fondo saben que no hay quien experimente en cabeza ajena).

Así que, como comentario final, me permito invitarlos (si es que no lo han hecho antes) a reconsiderar y escuchar esa historia por enésima vez, ese momento repetido en las memorias y en las conversaciones, porque siempre (SIEMPRE!) entre historia repetida e historia repetida, entre trago y trago, entre canción y canción, tendremos el regalo de un momento ajeno que, sin ninguna duda, nos pondrá una sonrisa inmediata en la boca (misma que se repetirá cada que lo recordemos). Salud por mis mayores!


QUE TAL DURMIÓ? MMDIXIV (2,544)
Como dormirán los encargados de la toma de protesta de Josefina? Joder! Que no entienden que no tienen lugar para equivocarse?!... Uuuufff!


MATAME ESTA...
Les decía que, aquí, su Vago Cantor se echa unas rolitas de vez en cuando en el Siqueiros... aquí va una de ellas: NO SOY EL AIRE, en la voz de su autor: Miguel Luna (aunque hay quien dice que esta canción es de Oscar Padilla, pero no lo he podido corroborar).

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