jueves, 18 de abril de 2013

Las lágrimas de Padre.

Por supuesto, esas las derramé años ha: justo cuando me tocó tener a mi hijo entre mis brazos por primera vez, a los segundos de nacido.

Pero luego, la vida te va llevando hacia la (debería ser) irrenunciable responsabilidad de la educación de ellos. Y entonces, a convertirme en el padre severo, en la autoridad que (aunque juguetona a veces) pone orden y dirección al hermoso camino sin sentido de los niños.

Y se van haciendo más las veces que uno llora de impotencia al ver a su hij@ enferm@... o cuando se lastiman por ser niños y uno se reclama por no ser padre suficiente para evitarlo... o cuando falta el dinero para algo que ellos, desde el corazón (como niños) quieren... o cuando se está de viaje de trabajo cuando lo único que quiere uno en ese momento es que le brinquen en la cama y hacer como que "les doy chance" cuando la verdad es que me la estoy dando yo mismo y ellos a mi. En fin, que oportunidades de llorar por amargura hay más.

Y hay menos oportunidades de llorar de alegría. Es cierto que también las hay, pero también es cierto que son menos. Y los vemos "graduarse" del kinder (como ven? GRADUARSE...)... y los vemos tratar de agarrar un grillo (y lograrlo)... y nos abrazan y nos dicen "Te amo" (con eso), pero de esos que no son los del diario.

Y así la vida corre. Y uno se acostumbra... y luego la magia ocurre.

Les cuento:

A mis hijos les gusta cantar. Nada raro se les debe hacer a quienes me conocen. Saben que mi vida ha girado siempre alrededor de la música y del canto, por lo que era de esperarse que mis vástagos salieran, mínimo, gritones.

Ya desde siempre han cantado, más o menos a cada rato y con más o menos suerte. El micrófono siempre les ha parecido como algo que conocen de una vida anterior (y así es) y desde siempre también han sentido comunicación con él.

Pero había sido sólo eso: yo los veía, me reía y me volvía a reír (ahora para mis adentros), esperando el día en que se decidieran a hacer algo con eso. Sigo en espera de que eso ocurra (oficialmente), pero con la novedá que mi hija (Camila) ya me dio una probadita.

Y ahora que estuvo su abuela de visita, y después de un berrinche grande porque dizque no quería cantar, que agarra el micrófono, que pone su canción favorita y que se pone a cantar...

Valió madre...

Valió madre mi dizque fortaleza de padre. Y he llorado como lloran los padres (al menos como lloro yo de padre): en silencio, sin sollozos, así como si alguien dentro de mis ojos abriera la llave... y secándome las lágrimas frecuentemente para que no dejaran rastro en mi cara.

Joder, que bien se siente!... Y que miedo! jajaja!...


QUE TAL DURMIÓ? MMCMXLII (2,942)
Hablando de la niñez... cómo dormirán los maestros que le niegan el derecho humano de la educación a cientos de miles de niños?... y todo por cuestiones de poder político! (Excluyo a esos maestros de a deveras).


MATAME ESTA...
Nunca pensé que tan temprano aparecerían cosas inéditas en esta sección... pero les tengo que compartir el motivo del texto de arriba!... Es una canción de una excelente cantautora llamada Charlene Arian que, quisiera ella o no, luego de oír a mi hija cantar, no pude sino pedir que fuera, al menos, tan buena como ella...

Y les decía arriba que dice mi hija que esa es "su canción favorita"... y me recordó cuando escuchaba a Zitarrosa a los 7 años y decía que Milonga para una Niña era mi favorita... o, todavía más chico, le pedía a mi tío (que era locutor de radio) que me pusiera "Dicen que los hombres no deben llorar"... ah! que huerco tan tirado al drama!

Y todo por la culpa de los padres!... ahí se las dejo, con mi corazón en prenda.





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